domingo, 23 de enero de 2011

Elecciones 2012. Opiniones sobre cómo afrontar la cita con las urnas.

 El gobierno y el partido que lo apoya tendrán como objetivo y harán todo lo posible por ganar las próximas elecciones.

La estrategia electoral se construye para alcanzar los objetivos que la fuerza política en cuestión se plantea. Lo primero, entonces, que debe definirse con claridad al diseñar una estrategia son los objetivos que se persiguen. Esto como veremos, no es una cuestión obvia y necesita de un trabajo atento.

Después de explicitar los objetivos de la campaña, deberá decidirse hacia quiénes se orientará preferentemente el esfuerzo de comunicación. Se seleccionarán blancos prioritarios de la campaña o targets, según los objetivos y las características del partido o candidato, y según las peculiaridades del electorado. Por último deberá decidirse sobre qué "terreno", que "tono" y qué temas principales se articulará la campaña.

A primera vista parecería que los objetivos de una campaña electoral serían muy simples y evidentes: ganar la elección. Al mismo tiempo parece también obvio que todos los votos son buenos y que habría que orientar la campaña hacia todo el mundo por igual, para recibir la mayor cantidad posible de sufragios. Esta versión del sentido común no es, sin embargo, muy productiva, debido a que hay partidos que no pueden plantearse ganar las elecciones, porque no tienen suficiente potencialidad, y a que si un candidato se dirige a un supuesto "elector ideal medio", con un único mensaje, puede ocurrir que no encuentre ningún elector real con esas características.

Según sea nuestro objetivo, en este caso el de un partido capaz de aglutinar mayorías que le den la victoria, los blancos prioritarios y el contenido de nuestros mensajes deberán variar sustancialmente. Los objetivos más modestos autorizan una mayor homogeneidad y consistencia ideológica en el discurso. La búsqueda de apoyos masivos fomenta que los grandes partidos se diferencien cada vez menos en el terreno de las ideas, y hace que la necesaria diferenciación deba buscarse en recursos más sutiles de imagen y de comunicación.

Los objetivos principales que puede buscar una fuerza política en una elección pueden reducirse a tres: 1) la difusión de ciertas ideas, 2) la obtención de un caudal determinado de votos y 3) ganar la elección.
El objetivo de ganar la elección pueden planteárselo, razonablemente, algunos pocos partidos. Para estos grupos, la definición de los blancos prioritarios y los temas de campaña cobran una importancia crítica.

Una campaña electoral es muy costosa y los recursos de los candidatos son siempre más o menos escasos. En estas circunstancias se impone jerarquizar la distribución de recursos. Es indudablemente más eficaz concentrar esfuerzos en aquellos segmentos del cuerpo electoral que, por algún motivo, presenten una importancia particular en el resultado de la elección.
La identificación de estos segmentos puede hacerse mediante diversos métodos, y la selección depende, en gran medida, de los objetivos precisos del candidato o partido en cada campaña.

Hay cuatro grandes géneros, o familias, de electores que presentan un interés particular en el curso de toda elección, estos son: 1) los "blancos naturales" o “el voto duro”, 2) los "líderes de opinión", 3) el "marais" y 4) los "electores críticos".

Durante mucho tiempo los partidos políticos han confiado en su "olfato" para conocer el estado de la opinión, o se han manejado por las impresiones que el conocimiento directo de una parte del electorado les transmitía. Actualmente, sin embargo, las técnicas de sondeo de la opinión ofrecen ventajas decisivas para el estudio sistemático de un cuerpo electoral que, tomando globalmente a lo españoles en América Latina y otras partes del mundo, suma varios cientos de millones de personas. La "radiografía" de la ciudadanía es el primer paso para construir una estrategia racional de campaña.

Es la campaña electoral lo que centrará el esfuerzo del partido político del gobierno si quiere ganar electoralmente a su rival. La campaña electoral deberá tener en cuenta estos puntos que menciono a continuación:



 -Definición de los objetivos del candidato.
 -Autoevaluación de fortalezas y debilidades.
 -Análisis del electorado.
 -Análisis de la competencia.
 -Identificación de problemas y oportunidades.
 -Evaluación de opciones.
 -Definición de la estrategia
 -Grupos objetivo.
 -Temas de campaña.
 -Comunicación política.
 -Organización de la campaña.
 -Evaluación de la campaña.

En esta hipótesis del artículo para el partido político del gobierno, aconsejo acciones encaminadas a tener un buen equipo de Marketing Político. El Marketing político es el empleo de métodos precisos de estudio de la opinión y de medios modernos de comunicación, al servicio de una estrategia política. Permite que un candidato o un partido desarrollen sus potencialidades al máximo, y que utilicen de la manera más eficaz las cartas de que disponen. Llegado el momento y, especialmente, en elecciones ajustadas, puede ser el factor desequilibrante que otorgue el triunfo a una de las partes.
Más allá de su función de instrumento ganador para proyectos particulares, el Marketing Político puede ayudar a mejorar la producción política y a enriquecer la oferta electoral. Entre las principales amenazas a los regímenes políticos democráticos están la indiferenciación de programas y discursos, la falta de imaginación de las campañas, los aburridos rituales de partidos y candidatos. El Marketing Político es un mecanismo de creación, de nuevas ideas, de nuevas imágenes y, sobre todo, de seducción, y, probablemente, haya pocos factores al alcance de las sociedades que puedan darle mejores perspectivas a la democracia, que una oferta política seductora y creativa.

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